"Él está vivo y brilla"

Hoy publicaré un cuento del escritor ruso, Victor Dragunsky (1913-1972), de su serie de literatura infantil "Los cuentos de Denis". 
Yo misma crecí con sus cuentos, pero pasados los años, me hacen reir igual o más.
Hasta ahora se ha traducido al inglés, se han hecho películas basadas en sus historias, no obstante, es desconocido al público hispanohablante. 
He traducido este cuento, espero que su frescura y originalidad puedan dar al lector una idea acerca de su obra.



Victor Dragunsky

"Él está vivo y brilla"

Una vez por la tarde yo estaba sentado en el patio, cerca de la arena, y esperaba a mi mamá. Ella, tal vez, se había quedado en el Instituto, o estaba en el mercado, o tal vez, aguardaba en la parada de autobús. No lo sé. Sólo que todos los padres de nuestro patio ya habían llegado, y todos los niños se fueron con ellos a sus casas y ya, tal vez, estaban tomando el té con rosquillas y queso feta, pero mi mamá no llegaba…
Y ya empezaron a encenderse las luces en las ventanas, y la radio empezó con la música, y en el cielo aparecieron oscuras nubes- parecían ancianos con barbas…
Y comenzó a entrarme el hambre, y mamá no llegaba, y pensé que si yo supiera que mi mamá tenía hambre y me esperaba en el fin del mundo, yo en seguida correría hacia ella sin tardar y sin que estuviera obligada a estar sentada en la arena y aburrida.
Y en este momento al patio salió Mishka. Me dijo:
-¡Hola!
Y yo dije:
-¡Hola!
Mishka se sentó conmigo y cogió el camión.
-¡Eh!- dijo Mishka.- ¿Dónde lo conseguiste? ¿Y él recoge la arena él solito? ¿No? Y él descarga él solito? ¿Sí? ¿Y la manivela? ¿Para qué es? ¿Se puede girarla? ¿Sí? ¿Ah? ¡Eh! ¿Me lo dejas llevar a mi casa?
Yo le dije:
-No, a la casa no. Es un regalo. Mi papá me lo regaló antes del viaje.
Mishka se molestó y se apartó de mí. En el patio oscureció más todavía.
Yo miraba la entrada para no perder el momento cuando llegara mi mamá. Pero ella no llegaba. Parece que se encontró con tía Rosa y están conversando tranquilamente y ni se acuerdan de mí. Me acosté en la arena.
Y aquí Mishka dice:
-¿No me dejas el camión?
- Déjame, Mishka.
Entonces Mishka dice:
-¡Puedo darte por él un Guatemala y dos Barbados!
Yo digo:
-Vas a comparar Barbados con el camión…
Y Mishka:
-¿Quieres, te doy mi salvavidas?
Yo digo:
-Si lo tienes pinchado.
Y Mishka:
-¡Tú lo arreglas!
Yo hasta me enfadé:
-¿Y dónde voy a nadar? ¿En la bañera? ¿Los martes?
Y Mishka se molestó de nuevo. Pero después dice:
-¡Bueno! ¡Para que veas mi bondadividad! ¡Toma!
Y me extendió una cajita de cerillas. La tomé en mi mano.
-¡Ábrela,- dijo Mishka- y verás!
Abrí la cajita y en el primer instante no vi nada, pero luego vi una lucecita pequeña y verde, como si muy lejos de mí en algún lugar brillara una diminuta estrellita y a la vez yo mismo la tuviera ahora en mi mano.
-¿Qué es esto, Mishka,- susurré -qué es esto?
-Es una luciérnaga,- dijo Mishka. ¿Qué, te gusta? No te creas, está viva.
-Mishka,- le dije,- toma mi camión, ¿quieres? ¡Tómalo para siempre, para siempre! Y la estrellita esa, dámela a mí, la llevaré a mi casa…
Y Mishka agarró mi camión y se fue corriendo para su casa. Yo me quedé con mi luciérnaga, la miraba y miraba y no dejaba de mirarla: era tan verde como salida de un cuento, tan cercana en mi mano pero brillaba como de lejos…Yo no podía respirar con regularidad, escuchaba los latidos de mi corazón, sentía un leve cosquilleo en la nariz como si quisiera llorar…
Y me quedé así un largo rato, muy largo. Y no había nadie alrededor. Y me olvidé de todos en este mundo.
Pero aquí llegó mamá, y me puse muy contento, y nos fuimos a casa. Y cuando comenzamos a tomar el té con rosquillas y queso feta, mamá preguntó:
-¿Bueno, y qué tal tu camión?
Y yo le dije:
-Mamá, lo cambié.
Mamá dijo:
-Interesante. ¿Y por qué cosa?
Le contesté:
-¡Por una luciérnaga!
Y mamá apagó la luz, la habitación se puso oscura, y nos pusimos los dos a mirar la estrellita verde.
Después mamá encendió la luz.
-Sí,- dijo ella,- ¡esto es mágico! ¿Pero, cómo te decidiste a cambiar un objeto tan valioso, un camión, por este gusanito?
- Te estuve esperando tanto rato,- dije- y estaba tan triste, y este gusanito, resultó ser mejor que cualquier camión del mundo.
Mamá me miró de manera penetrante y me preguntó:
-¿Pero por qué, por qué es mejor?
Le dije:
-¡¿Pero cómo no comprendes?! ¡Él está vivo! ¡Y brilla!..

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